En lo que es el estado norte de la península de Baja California, se piensa que no existe una tradición del día de muertos que sea local. Esta creencia, más bien urbana, parte del desconocimiento del medio rural y de que en las ciudades, a partir del siglo XX, predominó la tradición estadounidense del Halloween.
Entre las tradiciones que los misioneros trajeron a Baja California se encuentra la del día de muertos. Sin embargo en el estado norteño todas las ciudades surgieron no como consecuencia del establecimiento de las misiones, sino por influencia de la nueva frontera entre México y los Estados Unidos que se impuso a partir de 1848, por lo que muchas de las tradiciones misionales no llegaron o muy débilmente a las ciudades norteñas de la península.
En el medio rural, principalmente en las poblaciones que tuvieron origen misional como El Rosario, Santo Domingo, San Telmo, San Vicente, Santo Tomás, entre otras, la tradición de muertos existió y se fue perdiendo a medida que el siglo XX avanzó.
Sin embargo en la comunidad de El Rosario, esta tradición se conservó, y muy bien, enriqueciéndose con nuevos elementos, pero conservando su esencia bajacaliforniana.
Cada 2 de noviembre, todo el pueblo de El Rosario se vuelca a su viejo panteón, principalmente en la noche, para honrar a sus muertos. Las tumbas se llenan de veladoras y la gente se pasa toda la noche recordando a sus muertos. El panteón se convierte en una fiesta. Vale la pena estar en esta celebración que cuando menos tiene unos 237 años celebrándose sin interrupción.
En el resto de las comunidades la tradición de muertos misional se perdió, instaurándose una tradición de muertos que tiene que ver más con el centro del país.